La comida marroquí me atrae especialmente por lo colorida, aromática, variada,... en definitiva porque resulta un sencillo pero auténtico festín para todos los sentidos.

Hoy comparto la receta de un tradicional TAJÍN, un aromático y cremoso guiso (en este caso de pollo), cocinado a fuego muy lento en una salsa con mantequilla, frutas, hierbas aromáticas y miel. Conjuntamente con el cuscús es de los platos más emblemáticos y que mejor representan la cocina marroquí. En ambos casos herencia deliciosa de los antiguos bereberes que con sus peregrinaciones festivas terminaban cocinando en sus carpas cantidades ingentes de cuscús y de tajines. También daban especial protagonismo a estas elaboraciones en sus diffa o banquetes especiales en familia celebrando nacimientos, bodas o cualquier acontecimiento de relevancia.

Puedes preparar este tradicional plato marroquí sustituyendo el pollo por algún otro ave como pato, codorniz o pularda, dependiendo de si la ocasión es un poco más especial y si tienes el monedero más abultado... jeje. De cualquier manera te quedará delicioso. Si prefieres hacerlo con manzanas, ciruelas, albaricoques, o incluso membrillo, lo admitirá perfectamente, esta mezcla de sabores le va de maravilla. Imprescindible acompañarlo con buen pan para mojar en sus ricos jugos o como en este caso con un sencillo cuscús de mantequilla. Te aseguro que no te arrepentirás de tan exótica experiencia.

Nos ponemos el delantal y a disfrutar.

Ingredientes

2 c/s de aceite de oliva

1 nuez de mantequilla

2 cebollas picadas finas

25 g. de jengibre pelado y picado muy fino

unas hebras de azafrán

canela en rama

muslos o contramuslos de pollo

2 c/s de mantequilla

3 c/s de miel clara

3 peras peladas y cortadas en cuartos (sin corazón)

2 c/s de agua de azahar

sal y pimienta

2 c/s semillas de sésamo tostadas

cilantro para adornar (opcional)

Calentamos el aceite junto con la nuez de mantequilla en una cazuela de fondo grueso, añadimos el jengibre y las cebollas cortados muy finos hasta que comiencen a dorar. Incorporamos el azafrán, una pizca de sal, pimienta y la canela y removemos para integrar todos los ingredientes. 

Añadimos el pollo troceado en trozos pequeños y removemos hasta que quede cubierto por el salteado de cebolla. Vertemos 600 ml de agua y dejamos que hierva unos minutos. Bajamos el fuego y cocinamos una media hora o hasta que esté tierno.

Por último, derretimos la mantequilla, incorporamos las cucharadas de miel y añadimos las peras (peladas y descorazonadas), cocemos a fuego bajo hasta que caramelicen. Las incorporamos a la cazuela del pollo junto con el agua de azahar y dejamos cocer unos 10 minutos más. Salpimentamos, esparcimos las semillas de sésamo por encima y pasamos a servirlo en una fuente con un poco de cilantro. 

Te aconsejo tengas un buen trozo de pan a mano o un delicioso y sencillo cuscús.

Espero que te guste.